Salí de aquel portalón para contemplar lo que pasaba en la calle, lo que me temía, nada; mire al cielo pidiendo que parase de llover; el me desconcentro de mis pensamientos con un rotundo: -he!- le mire desconcertada.
-si sales te empaparas- me metí dentro del portalón y me senté a unos metros de él, que, no me quito la vista encima, me vigilaba, como si temiera que me volviera a la lluvia; cuando comprobó que no me iba a ir se giró, cerró los ojos y empezó a tararear una triste cancioncilla.
De pronto una brisa me revolvió el pelo y se me vino a la cara; él se giró, se acercó y me aparto un par de tirabuzones de la cara colocándolos detrás de mí oreja, lentamente, sus ojos verdes se posaron en los míos.
En ese momento muchas fueron las cosas que pasaron por mi cabeza: cerrar los ojos, salir corriendo, apartar la cabeza… pero no hice nada, simplemente me quede mirándole; no aparte la vista.
Vino otra ráfaga y con ella otro pensamiento, esta vez era la palabra beso la que apareció por mi mente; me aproxime un poco más a él pero… no fi capaz.
-¿vas a besarme?- dijo el seriamente, yo baje la cabeza avergonzada, pero él me la agarro con suavidad y poso sus labios sobre los míos.
En ese momento, mis problemas se habían ido, solo importaba sentir su irregular y negro pelo entre los dedos de mis manos; la ciudad ya no se veía tan gris; la lluvia no me importaba; no me importaba estar perdiéndome mi entrevista de trabajo, no me importaba que fuera tan tarde, no me importaba cuando terminara de llover se levantaría i se marcharía… no importaba nada; porque estaba viva, sentía el momento, acababa de encontrar lo que quería; la lluvia ya no era algo tan funesto, el viejo portalón parecía más bonito, mi mente estaba en paz y el mundo hasta se veía un poquito mejor.
Se separó, y dijo: -mira, ya no llueve- espere quieta a que se levantara para irse, al ver que no lo hacía le pregunte: ¿no te marchas?-no puedo- le mire extrañada-no, ahora ya no- y, simplemente, le bese otra vez.